sábado, 28 de marzo de 2015

A GOKU

  Todavía te oigo patear por casa.
 Siento tu aliento por  la mañana junto a mi cama, reclamando tu paseo matutino.
 No tengo el consuelo de verte acercar lentamente cuando me veías afligido.  Lograste tu libertad y escapaste hacia lo desconocido, como muchas veces, ante nuestro descuido lo hacías en busca de aventuras. Sin embargo, esta vez marchaste hacia donde nunca podríamos detenerte.
Siempre pude contar con tu cariño y tu lealtad.
Mi casa vacía se inundó  de un espeso silencio desde tu marcha. 
Me asomo a la ventana y una plúmbea mañana llora en el aire.
Se  me pierde la vista en la lluvia.
Te vuelvo a ver, recio y vigoroso, en tu pose altanera, mirándome con tus sumisos ojos, esperando mi llamada.
   No te olvidaremos jamás y tal vez, algún día, nos encontremos allí donde estés.



No hay comentarios:

Publicar un comentario