sábado, 28 de marzo de 2015

HEDY LAMARR

Además de ser una de las actrices más bellas del cine clásico fue ingeniera en telecomunicaciones e inventora de un sistema de comunicaciones secreto.  Dicho sistema se usa hoy día de forma habitual en microchips y placas base de ordenador, teléfonos u otros dispositivos inalámbricos, móviles, buscas, etc. y en comunicación en general. Sin este invento no sería posible la telefonía ni Internet tal como la conocemos.
Tenía un alma hipersexuada, según propia confesión, sin ningún complejo frente al placer, pese a todo no comprendía por qué despertaba en los hombres sólo deseos carnales y ninguna admiración por su inteligencia.
No tuvo suerte eligiendo guiones,rechazó el papel de protagonista en Luz de gas y en Casablanca, error que nunca se perdonó. También estuvo a punto de rodar Lo que el viento se llevó.
Entre 1940 y 1957 trabajó en multitud de películas como: Fruto dorado, Camarada X, La vida es así, Extraña mujer, Mi espía favorita,... Pero el papel por el que siempre será recordada es por la interpretación de Dalila en la película bíblica Sansón y Dalila, rodada en 1949.Fue la primera actriz que se mostró totalmente desnuda en una película comercial y que interpretó un orgasmo con el rostro en primer plano .

La cleptomanía la llevó varias veces a la cárcel. Tenía a sus pies a todos los millonarios del mundo, pero no podía evitar robar un cepillo de dientes en unos grandes almacenes.

Frases célebres:

"Mi problema es que soy demasiado buena. Las más horribles putas son famosas. Yo hice lo que hice por amor. Las otras lo hicieron por dinero."

"Si usan su imaginación, pueden mirar a cualquier actriz y verla desnuda. Espero hacerles usar su imaginación."

"Cualquier chica puede ser glamourosa. Lo único que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida".

"Tengo que dejar de casarme con hombres que se sientan inferiores a mí. En algún lugar debe haber un hombre que pueda casarse conmigo sin sentirse inferior. Necesito un hombre inferior superior".





A GOKU

  Todavía te oigo patear por casa.
 Siento tu aliento por  la mañana junto a mi cama, reclamando tu paseo matutino.
 No tengo el consuelo de verte acercar lentamente cuando me veías afligido.  Lograste tu libertad y escapaste hacia lo desconocido, como muchas veces, ante nuestro descuido lo hacías en busca de aventuras. Sin embargo, esta vez marchaste hacia donde nunca podríamos detenerte.
Siempre pude contar con tu cariño y tu lealtad.
Mi casa vacía se inundó  de un espeso silencio desde tu marcha. 
Me asomo a la ventana y una plúmbea mañana llora en el aire.
Se  me pierde la vista en la lluvia.
Te vuelvo a ver, recio y vigoroso, en tu pose altanera, mirándome con tus sumisos ojos, esperando mi llamada.
   No te olvidaremos jamás y tal vez, algún día, nos encontremos allí donde estés.