Así sucede con los seres humanos. Algunos se jactan de su "libertad"; otros, la mayoría, se lamentan sin descanso de sus limitaciones, que achacan a todo tipo de verdugos. Pero casi todos sueñan. Casi todos ignoran que la cárcel primordial son ellos mismos. Su propio castillo de necesidades, hábitos, apegos, miedos, neurosis. Su prisión psicofísica. Y su mente no lo sabe porque precisamente nació ahí, como el pájaro enjaulado.
Así la gente sufre y sufre e, ignorando su caparazón, se asoma y grita y grita. Delira evasiones , quimeras, venganzas. Pero, a la hora de la verdad, casi todo el mundo se cierra las puertas.