domingo, 29 de enero de 2012

MIRADAS PRISIONERAS

Puede que cuando observas a un pájaro enjaulado sientas pesadumbre y amargura. Pero, si sigues observándolo, y averiguas que nació y creció en cautividad, descubras que la jaula no es realmente su cárcel, sino su caparazón. Forma parte de él como un exoesqueleto; liberar al animal sería como arrancarle los huesos. No ve los barrotes. Ave y jaula son lo mismo. Se fusionan en un solo ente.

Así sucede con los seres humanos. Algunos se jactan de su "libertad"; otros, la mayoría, se lamentan sin descanso de sus limitaciones, que achacan a todo tipo de verdugos. Pero casi todos sueñan. Casi todos ignoran que la cárcel primordial son ellos mismos. Su propio castillo de necesidades, hábitos, apegos, miedos, neurosis. Su prisión psicofísica. Y su mente no lo sabe porque precisamente nació ahí, como el pájaro enjaulado.

Así la gente sufre y sufre e, ignorando su caparazón, se asoma y grita y grita. Delira evasiones , quimeras, venganzas. Pero, a la hora de la verdad, casi todo el mundo se cierra las puertas.





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