La lluvia caía sin
descanso desde hacía dos días .Por la mañana abrí los ojos y no me molesté
siquiera en levantar las persianas. El tiempo lluvioso contagiaba en mí un
ánimo tristón, me sumía en una vagancia somnolienta, amodorrada, que me impedía
hacer el mínimo esfuerzo. Al final reuní energía suficiente como para asearme y
vestirme, pero cuando encendí la luz de la cocina prepararme el desayuno se me
antojó una tarea titánica. Salí al exterior con ánimo de encontrar algo que
valiese la pena .La plaza que tenía ante mí me pareció hermosa, como nunca la
había visto; las hojas de los árboles reflejaban la luz del sol, los charcos
del suelo eran pequeños espejos brillantes, y había vida por doquier. Palomas y
gaviotas se mezclaban con la gente, que paseaba con las caras vueltas al cielo,
disfrutando del inesperado regalo de los rayos solares. Decidí unirme a esa
vida y me puse a pensar. Quería pintar. Deseaba pintar. Necesitaba pintar. Pensé, pensé y pensé .Me senté en un vetusto
banco deseando llegar a casa para comenzar a pintar, no sabía el qué, tan solo
sabía que tenía que hacerlo.. Ya llegaba a mi portal cuando, en un impulso, di
la vuelta y me vi reflejado en un cristal. Habían pasado los años, a pesar de
ello me veía inacabado, inconcluso, me faltaba algo... .Estuve
trabajando hasta bien entrada la noche con los Sennheiser puestos y Edelis sonando a todo volumen. Tal vez algún día
encuentre las piezas que me faltan.....tal vez.
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